El negocio de hacer dinero

Esta semana, de Inglaterra partió un avión con destino a Libia que llevaba miles de billetes con la imagen de Muamar Gadafi. El cargamento de papel destinado a asegurar el futuro, llevaba el rostro del pasado.
Se trataba de 280 millones de dinares que el gobierno del veterano líder había mandado a hacer hace un año.

Al próspero, aunque de momento atribulado, Estado no le faltan recursos, pues el negocio del petróleo no parece dar más que ganancias.

Pero el oro negro, como todas las riquezas, se traduce en papel y metal, y quienes se dedican a eso, ganan mucho de lo que producen.

Pira Internacional, una autoridad mundial en la industria de la impresión, señala que el negocio global de billetes es enorme.
El año pasado se imprimió un total de 150.000 millones de billetes, una cifra que se estima alcanzará los 162.000 este año y que seguirá aumentando, parcialmente impulsada por el incremento de la demanda de dinero en la boyante China.
Michael Chamberlain, asesor en jefe en seguridad de impresión de Pira, señala que el 84% de los billetes del mundo se imprimen en empresas gubernamentales, pero el 16% restante corresponde al 76% de las monedas mundiales.

Además, no existe un órgano internacional para la regulación de la emisión de monedas, lo que quiere decir que no hay nada que evite que las compañías impriman billetes para "Estados paria" como Siria o Corea del Norte, o para Estados "emergentes" como Somalilandia o Sahara Occidental, que no cuentan con reconocimiento universal.


Varios países, incluyendo el Reino Unido, Estados Unidos, Rusia y China, no permiten que su moneda se acuñe en el extranjero.
Sin embargo, muchos países más pequeños acuden a firmas como la que hizo los billetes libios, De La Rue, o a su principal rival, Giesecke & Devrient.

Entre los clientes de la firma alemana están Japón, Cambodia, Croacia y Guatemala.

Pero a la cabeza está De La Rue, basada en Basingtoke, en la costa sur de Inglaterra, produce 150 monedas extranjeras, así como pasaportes, licencias de conducción y tarjetas de identidad para varias naciones.

De La Rue fue fundada en Guernsey en 1813 por Thomas De La Rue, originalmente para imprimir diarios y después estampillas de correo. Pero luego se aventuró en el mundo del dinero de papel.
Empezó a imprimir billetes cuando el gobierno nacionalista chino de Chiang Kai-Shek le hizo un encargo en 1930.
Desde 2003 ha estado produciendo también libras esterlinas.

Pero la compañía se rehúsa a revelar quienes son sus clientes extranjeros y un vocero le dijo a la BBC: "debemos respetar sus deseos de no ser parte de la publicidad".

Algunos países no tienen problema en que se sepa que sus billetes son fabricados en esa fábrica inglesa. Samoa es uno de ellos. De La Rue imprimió decenas de miles de billetes para su banco central, que introdujo su nueva moneda en 2008.

Leasi Papali'i Tommy Scalan, quien recientemente dejó de ser gobernador del banco, le dijo a la revista de De La Rue que "la falsificación era uno de los más grandes problemas que teníamos con los billetes previos".

"Esa es una de las principales razones por las cuales decidimos emitir nuevas series de billetes, incorporando nuevas medidas de seguridad".
De La Rue usa hilos y holografías, así como un papel especial para prevenir el problema.

La falsificación es mucho más difícil en la actualidad. En los años '40, Adolf Hitler utilizó a un grupo de internos en un campo de concentración para crear libras esterlinas falsificadas, con la idea de desestabilizar la economía británica.
Más recientemente, se ha acusado a Corea del Norte de falsificar dólares, aunque hoy en día esa moneda es más difícil de falsear.

La tecnología ha avanzado mucho en los últimos 70 años y De La Rue ha monopolizado el mercado.

También hace tarjetas de identidad electrónicas para Ruanda y pasaportes para Malta, Qatar y las Bahamas.
Otro cliente es Arabia Saudita, que usa, como el Reino Unido, el rostro del monarca en su dinero.

Pero tener en los billetes retratos de líderes contemporáneos puede ser un problema.
Por los próximos dos años, los libios tendrán que seguirle viendo la cara a Gadafi, así como los iraquíes tuvieron que hacerlo con Saddam Hussein.

"Tendrán que usarlos pero el nuevo gobierno probablemente está ya pensando en emitir una nueva moneda con el mensaje apropiado", dice Chamberlain.
Fuente:bbc.co.uk

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