En veinticinco años, si de algo se siente satisfecho Sáez es “de haber dado a conocer fotografías de Segovia del siglo XIX”. Sus “hallazgos” le han proporcionado material para tres exposiciones y dos libros, “Segovia en la fotografía del siglo XIX” y “El Acueducto en la fotografía”. Con una amplísima colección, de cerca de 3.000 imágenes, Doblón se ha convertido en fuente imprescindible para los historiadores del siglo XIX segoviano. “Sería absurdo que adquiriese fotos para que únicamente pudiera disfrutar yo de ellas”, señala. Ese espíritu solidario le ha empujado a colaborar en infinidad de publicaciones, e incluso, en proyectos solidarios, entre los que el más reciente es uno de los Amigos del Pueblo Saharaui, que han vendido en Semana Santa una serie de fotos antiguas de Segovia, cedidas por él, para lograr fondos con los que traer a niños a España.
¿Dónde compra Doblón fotos?. Casi siempre, fuera de Segovia, en subastas de Madrid, Barcelona, París o, incluso, Estados Unidos. “En Segovia apenas había burguesía, y precisamente eran los burgueses quienes adquirían las fotografías, así que es lógico que las imágenes de mayor interés se encuentren fuera”, explica. Y, aunque cada vez resulte más difícil, de vez en cuando “descubre” un nuevo fotógrafo. El último, el francés Alphonse de Launay, que en torno a 1854 recorrió la ciudad.
De monedas también entiende Sáez. En especial, de las de la Ceca de Segovia, muy cotizadas en el mercado, por su escasez. “Si una pieza acuñada en Sevilla vale uno, la misma pieza de la Ceca de Segovia se vende por cinco”, dice. Durante cuarto de siglo, Doblón ha creado para “varias entidades de Segovia” —cuyos nombres no revela, por discreción—, “importantes colecciones de la Ceca de Segovia”. Pero si una espina tiene clavada es la de no haber conseguido que regresaran a Segovia dos centenes de oro, uno de Felipe III (año 1609) y otro de Felipe IV (1633), valorados en 800.000 y 500.000 euros, respectivamente, que se subastaron en Barcelona. “Son las dos monedas más importantes que han pasado por mis manos; la primera era el único ejemplar conocido... ¡y al final se acabó marchando a Suiza!”, relata Sáez.
De sellos es más reacio a hablar el dueño de Doblón. Después de los escándalos descubiertos en dos sociedades de inversión en bienes filatélicos, en 2006, “los sellos han caído en picado”, reconoce.
Fotografías, monedas, sellos... En Doblón, Sáez invita a aficionarse al coleccionismo, un hobby que los jóvenes no practican en demasía. “Quizá seamos una especie a extinguir”, se pregunta Sáez, que, para iniciarse en el mundo del coleccionismo, propone comprar albumes de cromos antiguos. Una idea sugerente que en Doblón tiene demanda.
Fuente:eladelantado.com
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