Una respuesta a la
escasez de plata: el fraude en la Casa de Moneda de Potosí en 1649
Ricardo Méndez Barozzi
Los
dos protagonistas principales del fraude en Potosí
Francisco Gómez de la
Rocha nació en 1602 en Jarandilla de la Vera (Extremadura), siendo adolescente
partió hacia las Indias llegando al Cusco donde consiguió trabajo en un cocal
gracias a la ayuda de un tío. El joven Rocha se distinguió tanto por
enfrentarse a los indios Chunchos cuanto por ser un buen administrador de la
plantación. Poseía una chacra sobre el río Toayma (en la actualidad Piñi Piñi),
después de casi dos décadas en ese sitio se dirigió a Potosí donde aparece
registrado como vendedor mayorista de coca en 1637, según el historiador
potosino Arzans, Rocha utilizó a una amante indígena para empezar como
comerciante de coca, una canción anónima narra su pasar por Potosí:
Yo soy Rocha el que llegué
a Potosí desdichado
y en una cancha arrojado
vendiendo coca empecé.
Con la plata que busqué
me puse a
labrar moneda[1]
Portada de
la Casa de Francisco de la Rocha, calle Chuquisaca Nº 732, Potosí[2]
Rocha quizás presagiando su pronta
caída, enriqueció muy rápidamente, hizo mucho dinero con la coca y luego
comenzó a prestar dinero a mineros y refinadores. Llegó a la Casa de la Moneda
en 1640, para luego convertirse en un mercader de plata oficial proveyendo a la
Casa, la plata que recibía de sus deudores. A comienzos de la década de 1640
comenzará la adulteración de moneda narrada más adelante donde Rocha será uno
de los protagonistas principales. Aunque no era un “Don”, Rocha compró los
títulos de Capitán y Alcalde provincial de la Santa Hermandad de Potosí,
corregimiento de Porco.[3]
También
aparece una Real Cédula, fecha 12/04/1645 en la cual se le corresponden a Rocha
sus servicios al ejército real: Agradece
lo bien que acude al servicio de Su Majestad, no sólo en los préstamos sin
intereses a la Reales Cajas, sino también por la leva y conducción de ciento
cincuenta soldados de esa ciudad al Callao, a su costa, para desalojar a los
holandeses que ocupaban el puerto de Valdivia.[4]
Existe una
controversia entre diferentes autores respecto al año de la muerte de Rocha,
para Francisco y Roberto Jovel murió en diciembre de 1649, para Lane en 1650,
para Beltrán Gómez en 1651 y para Rossi, Terán Erquicia y D’argent Chamot en
1654.
Francisco de Nestares Marín nació
alrededor de 1600 en Arenzana de Arriba (Navarra), provenía de una familia
plebeya de cristianos viejos, varios miembros de la misma habían participado en
la Inquisición regional, fue un buen estudiante de derecho en Alcalá de
Henares, luego asistió a la Universidad de Bolonia en 1624, donde permaneció
como instructor y llegó a ser rector de la misma, antes de conseguir su primer
trabajo en 1629 como fiscal del tribunal de la Inquisición en Galicia, en
Santiago de Compostela para más tarde volverse inquisidor en su búsqueda del
habito de Santiago. Ambicioso y agresivo, buscó la promoción en el tribunal de
Valladolid al que llegó en 1641, luego participó de investigaciones internas en
los tribunales de Galicia, Logroño y Valladolid, a fin de terminar con la
corrupción en el Santo Oficio; en 1644 fue enviado a entrevistar al Conde-Duque
de Olivares quien estaba exilado en Toro. Finalmente fue nombrado Visitador
General de la Casa de la Moneda de Potosí en 1647, llegando a la misma en
diciembre de 1648, donde trabajó hasta enfermar en 1658, muriendo en La Plata
en 1660.[5]
Elegir a un inquisidor como
investigador de delitos graves en las Indias era una tendencia que llevaba
décadas, ya que los inquisidores recibían la confianza del soberano al estar
comprometidos con la corona fuera de cuerpos burocráticos tanto ordinarios como
religiosos, no podían contraer matrimonio, lo cual teóricamente limitaba su
posibilidad de ser corruptos.[6]
La fundación de la Casa de la
Moneda de Potosí y las condiciones de trabajo
La primera casa de moneda
sudamericana se estableció en Lima en 1568, pero poco tiempo después ésta debió
ser cambiada a la ceca efímera de La Plata, hasta su locación definitiva en
Potosí. La Ceca de Potosí fue inaugurada en 1575, siendo la única ceca del
virreinato del Perú desde 1592 hasta 1684.[7]
Cerro Rico de Potosí[8]
Puede considerarse al
fraude potosino como una respuesta inteligente frente a una crisis minera de
duración incierta. Las minas del Cerro Rico se explotaron al máximo generando
el crecimiento de la urbe, esto acarreó entre otras peculiaridades un comercio
estable de esclavos, fue el virrey Francisco de Toledo quien autorizó el
trabajo de los mismos en los talleres privados, ya que muy pocos pertenecían a
la Corona, su principal trabajo consistía en cortar y alisar los cospeles. Para
la década de 1620 había alrededor de 150 esclavos en la Casa de la Moneda, los
españoles preferían confiarle este trabajo a los esclavos en lugar de a los
indígenas, ya que estos eran famosos por llevarse plata a sus hogares.[9]
Los trabajadores de la
ceca tenían un ingreso proporcional al total de la moneda acuñada por peso, el
rey obtenía su parte a través del señoreaje y los trabajadores a través
del braceaje, por lo tanto a mayor trabajo, mayor ingreso; los hombres
más ricos de Potosí eran los individuos más ricos de toda la monarquía
española, ya que transportaban y creaban millones de pesos cada año, por
lo que la ganancia que podían obtener mediante la devaluación de la moneda era
considerable.[10]
Algunos esclavos
intentaron realizar denuncias cuando los visitadores de la Corona llegaron a
mediados de la década de 1640, pero fueron amenazados de muerte e incluso
algunos como lo demuestran testimonios posteriores, pudieron haber sido
asesinados; los esclavos eran forzados por sus amos corruptos a realizar las
adulteraciones durante la madrugada, en algunos casos los amos les daban dinero
para comprar bebidas a fin de mantenerlos callados. Los capataces eran los
principales propietarios de esclavos, pero los principales responsables del
fraude eran los Oficiales reales y los mercaderes de plata privados, ambos
grupos sabían de su poder económico ya que los patacones potosinos pueden ser
considerados como la principal divisa internacional de la época.[11]
En marzo de 1616 el
virrey Francisco de Borja y Aragón, Príncipe de Esquilache, tomó nota de
algunas irregularidades que se producían en las monedas procedentes de Potosí,
por lo que nombró al oidor de Lima, doctor Francisco Alfaro a fin de que
realizara las correspondientes averiguaciones, Alfaro halló durante la visita a
la ceca suficientes pruebas en más de mil muestras, de que se había producido
un importante fraude, por lo que en abril de 1617 el virrey Esquilache informó
a la península sobre estos negocios en Potosí, al no recibir contestación
insistió en dos oportunidades más en 1618 y 1619 pero nunca obtuvo una
respuesta, por lo que lo único que pudo hacer fue preparar la Relación de
Gobierno para su sucesor el marqués de Guadalcazar, en donde explicaba lo
sucedido.[12]
En el periodo 1619-1622 hubo
un tallador disléxico trabajando en la ceca de Potosí, diversas monedas
acuñadas en esas fechas muestran enormes anormalidades, sin embargo salieron a
la circulación normalmente ya que respetaban peso y ley establecidos.[13]
Para 1623 las
preocupaciones del Príncipe de Esquilache y el marqués de Guadalcazar fueron
probadas ciertas luego que se realizara un ensaye en la Casa de Contratación de
Sevilla con monedas potosinas, las cuales dieron como resultado una falta de
ley, si bien esto alarmó a las autoridades, no fue suficiente para que se
tomara una actitud de más firmeza con tan delicado asunto.[14]
El gran fraude
Durante las décadas de
1620 y 1630 se produjo una gran disminución del mineral, debido a varias
causas: la extracción en exceso, las inundaciones y la caída en la población
indígena, por lo que los mercaderes aparentemente liderados por Francisco Gómez
de la Rocha pensaron que la falta de plata se podría completar con cobre y
eventualmente con estaño, peltre o latón; en muy poco tiempo estos mercaderes
se enriquecieron al tiempo que se producía inflación y la consecuente alza en
los precios, esto a su vez generó también enriquecimiento entre los mercaderes
de Lima quienes generalmente exigían el pago en barras de plata al desconfiar
de la moneda potosina. La devaluación tuvo también algunos efectos regionales,
los productores de plata y cobre de Oruro se enriquecieron, los primeros
enviando plata a Potosí y obteniendo ventajas en el arbitraje a través de la
acuñación y los segundos proveyendo a los mercaderes del mejor metal de base.[15]
La devaluación fue una
bendición tanto para los mercaderes cuanto para los azogueros, al mismo tiempo
que se beneficiaban los oficiales quienes eran en su mayoría subcontratistas
que habían alquilado sus puestos por grandes sumas de dinero, el puesto de
ensayador y fundidor mayor se había subastado por 85.000 pesos en 1632, algunos
oficiales como el tesorero, el ensayador y el fundidor vivían en Lima y nunca
visitaron Potosí y el puesto de tallador mayor pertenecía a un colegio jesuita
de León, en España.[16]
A comienzos de la década
de 1630 se había ordenado a los oficiales de Potosí y La Plata investigar la
caja real y las operaciones de la Casa de la Moneda pero aparentemente la
inspección no fue realizada seriamente. Un visitador llamado Juan de Carvajal y
Sande fue llamado a Lima en 1635 para resolver un conflicto étnico suscitado
entre vascos y extremeños, Sande pertenecía al último grupo, por lo que fue
visto como partidario de esa facción, la Corona temió que el conflicto se
extendiera sobre Potosí lo que amenazaba con interrumpir la producción
argentífera, por lo que se resolvió volver a llamar a Sande de vuelta a España.
Algo similar sucedió en 1642 cuando otro visitador, Juan de Palacios fue
enviado a Potosí pero fue relevado rápidamente por sus supuestos vínculos con
los extremeños, los catalanes y los portugueses, enfrentándose con Juan de
Lizarrazu, de origen vasco, presidente de la Audiencia de Charcas.[17]
Bajo el mandato del
marqués de Mancera, quién fue virrey del Perú entre 1639 y 1648, el oidor
Robles de Salcedo efectuó una inspección a la ceca en la cual encontró serias
irregularidades que comunicó al virrey por medio de una carta en abril de 1644[18],
fue allí cuando la Corona Española decidió intervenir, el Ensayador Mayor del
Reino, Don Andrés de Ferrera envió un oficio al Presidente del Consejo de
Hacienda señalando el fraude producido y los escándalos derivados de la moneda
procedente de las Indias, requiriendo una comisión para “con todo secreto”,
poder resolver este inconveniente.[19]
La producción de monedas
devaluadas procedentes de Potosí afectaba directamente al crédito y la
reputación internacional de la Corona española, si los banqueros europeos
rechazaban la plata americana, el Imperio de los Habsburgo podría colapsar.[20]
En la Real Cédula emitida
el 23 de diciembre de 1642, Felipe IV había establecido que la fineza de la
moneda de plata americana debía ser de 11 Dineros y 4 Granos (0.931), dicha
norma debía ser observada por todos los ensayadores y su no acatamiento era
considerado como un crimen de lesa majestad. En 1648 aparecieron informes oficiales provenientes
de la Casa de Contratación de Sevilla, el Consejo de Hacienda del Reino de
Aragón y del Reino de Castilla sobre la falta de ley de la moneda potosina, los
ensayadores reales habían detectado un feble[21] superior
al 25%. La Audiencia de Charcas tomó conocimiento de falsificación en la Villa
Imperial, la misma que había contado con la autorización del Alcalde provincial
Francisco Gómez de la Rocha interviniendo en dicha falsificación funcionarios
del recinto de acuñación.[22]
El Ensayador de la ceca era Don Antonio de
Ovando quien ejercía este cargo desde 1642, trabajaba en concordancia con el
propio Gómez de la Rocha. En la fundición se cambiaba la liga de la plata por
otra de cobre. Las noticias de la falsificación
llegaron a la Corte de Felipe IV, pero en un principio no se la denominó moneda
falsa sino que se afirmó que esta contenía fallas debido al descuido e
ignorancia del ensayador, entonces se
dirigieron a sus Oficiales Reales y al Tesorero de la Casa de Moneda
observándoles dicho descuido. Sin embargo, la fabricación adulterada no se
detuvo y el Ensayador Ovando abandonó su oficio expresando que él solo no podía
solucionar el inconveniente por lo que fue reemplazado por el Ensayador Antonio
de Ergueta, quien acrecentó el cobre en la liga y continuó por un año
obteniendo beneficios ilícitos, lo que luego le llevo a huir a Quito. En 1647
asumió este oficio el Ensayador Don Felipe Ramírez de Arellano, quien era amigo
de Gómez de la Rocha, dando así mayor confianza a los falsificadores, a la vez
que se aumentaba el descaro, ya que en algunos casos, más de la mitad de la
moneda era de cobre. Las noticias llegaban a la península ya convertidas en un
escándalo.[23]
Desde España, para terminar con la anarquía
monetaria se introdujeron una serie de reformas adecuadas para la acuñación de
buena moneda como los escudos de oro, los reales de plata y los vellones
de cobre. La
Corona rechazaba la moneda antigua y la adulterada fijando la ley y el peso
adecuados. Más tarde, ante los apuros económicos se alteró a menudo el valor de
la moneda y se atestó el Reino con la de vellón, lo que hizo ir a las hechas
con metales preciosos provocando el contrabando y la falsificación en gran
escala.[24]
Las falsificaciones eran
castigadas hasta con la pena de muerte. Por otra parte, hay que señalar que las
penas aplicadas quedaron impunes por las influencias de las propias autoridades
encargadas de condenar la inalterabilidad de las monedas. La adulteración de la
moneda hispanoamericana se debió a diversas causas, siendo la más importante la
mala fabricación de la moneda como las primeras que eran hechas a martillo,
teóricamente circulares, lisas y sin cordoncillo. La falta de tradición
monetaria en América dio lugar a un enorme costo de la moneda circulante y en
general deficiente. E1 arriendo de equipos a particulares para la fabricación,
tuvo los mismos resultados sumado a la carencia de funcionarios técnicamente
capacitados para la acuñación, lo que produjo consecuencias negativas.
Aplicando esas previsiones se logró que aquellas monedas falsas perdieran el
valor con el que circulaban en forma similar a las verdaderas, La falsificación
causó el descrédito de la moneda de Potosí. A raíz de esos hechos las cecas se
convirtieron en un pingüe negocio.[25]
La resolución del problema, la visita de un
inquisidor
Por ello, se consulto a un respetable
personaje de la Corona, Don Diego Arze Reinoso, quien propuso una solución
rápida a fin que ya no se fabricara mala moneda en la Villa y que se enviara
una persona de entera confianza de Su Majestad con bastante experiencia en
la materia y con facultades amplias. El funcionario elegido fue Don Francisco
de Nestares Marín quien tenía el apoyo real para obrar con severidad imponiendo
el castigo a los que fabricaban la mala moneda que circulaba en las colonias de
América; el fraude perpetrado en la ceca alcanzaba la suma de 472.000 pesos.
Nestares Marín comenzó la labor encomendada en Potosí en diciembre de 1648, a
la vez que el rey decidió enviar al virrey del Perú una muestra de los reales
de a ocho examinados en la península por los ensayadores reales Andrés de
Perera y Pedro de Arce.[26]
Moneda de 8 Reales (1649), acuñador Zambrano[27]
Como resultado de la labor de Nestares Marín
se destituyó y encarceló al Corregidor de la ciudad, Don Juan Velarde Treviño,
se destituyó al Tesorero propietario de la Ceca, Don Bartolomé Hernández y se
dictó la sentencia de muerte contra los ex tesoreros Francisco Ximénez de
Cervantes, Melchor de Escobedo y Miguel Ruíz por sus complicidades en la
falsificación. Además se comprobó la connivencia entre los oficiales de la ceca
y los mercaderes de plata por lo que se condenó a Gómez de la Rocha y Ramírez
Arellano a muerte; también fueron condenados a la pena capital otros mercaderes
de plata: Luis de Vila, Miguel de Casanoba y Pedro Felipe de Guadalupe;
asimismo Nestares Marín dispuso la remoción y el juicio al ensayador Pedro
Zambrano, además de encarcelar al Ensayador Jerónimo Velázquez. Todas las
mañanas se ordenan ejecuciones en la horca en la plaza del Regocijo, la
población se atemorizaba al tiempo que
aumentaba la despótica autoridad de Nestares Marín, quien en total ordenó
ejecutar a cuarenta nobles caballeros de la villa involucrados en el fraude.[28]
Francisco Gómez de la Rocha fue sometido a
la pena del garrote, pese a que varias personalidades acudían ante la autoridad
para que se le perdonara la vida a este curioso personaje, además se le
confiscaron todos sus bienes, los que sumaban 365.000
pesos, esto significó una pérdida para la Real hacienda de 107.000 pesos, lo
cual representaba la diferencia entre lo confiscado y la suma detectada en el
fraude, Gómez de la Rocha intentó cambiar la pena contra un pago de 400.000
pesos, lo que no fue aceptado por Nestares Marín, [29]
quien en cambio exigió la suma de 500.000 pesos pero Rocha se negó y
posteriormente realizó un acto de gran osadía: convenció a una esclava que
trabajaba en la casa de Nestares Marín a fin de que agregara mercurio a la
comida del visitador, pero otro esclavo supo del complot y lo reveló, la
esclava fue azotada en público y confesó que le habían prometido un vestido
nuevo si lograba envenenar al inquisidor, mientras que Gómez de la Rocha se
refugió en un monasterio franciscano hasta que los guardias de Nestares Marín
lo sacaran de allí para su ejecución.[30]
En la actualidad es un misterio el escondite
de la gran fortuna que Gómez de la Rocha obtuvo por la falsificación de monedas
en el opulento Potosí, todavía parece seguir siendo una
leyenda urdida por la fantasía, acaso fue una venganza para que el visitador no
pudiera apropiarse del tesoro.[31]
Según el escritor
potosino Arzans, “El capitán Rocha que
poseía en piñas y monedas más de 7.000.000 los escondió de tal suerte que
aunque hizo el presidente (Nestares Marín) grandísimas diligencias por
hallarlos, no fue posible conseguirlo ni hasta hoy se ha sabido con certeza qué
se hizo con esa plata”[32]
Sin embargo, la muerte no acabó con la fama
de Gómez de la Rocha y sus monedas falsas, el pueblo las denominó rochunas
en referencia al
apellido del mercader corrupto, perpetuando así su obra y convirtiéndose en una
leyenda local.[33]
Además, el visitador al descubrir la
falsificación de la moneda detuvo inmediatamente las operaciones en la ceca,
como consecuencia de su investigación notó las diferencias entre las monedas
acuñadas por los ensayadores Ovando, Ergueta y Ramírez, los pesos amonedados
por los dos primeros fueron autorizados para seguir circulando con un resello
que garantizaba sus nuevos valores mientras que los emitidos por Ramírez debían
ser retirados inmediatamente para ser fundidos, pero en la práctica siguieron
circulando por un tiempo.[34]
Tampoco escapó de la investigación una serie
de documentos que involucraban al virrey en el delito, ya que se detectó el
contacto entre Mancera y Gómez de la Rocha mediante una criada del virrey que a
su vez era pariente del mercader; además Mancera había recomendado a Gómez de
la Rocha en reiteradas oportunidades a fin que Su Majestad le premiase por los
prestamos que aquel hacía a la Real Hacienda y resultaba comprometedor que el
virrey había deportado a dos ensayadores de la ceca en 1647 por haber cometido
fraudes sin siquiera mencionar a Gómez de la Rocha quien parecía ser el
cabecilla de la operación.[35]
Posteriormente, Nestares Marín encargó la
oficina de ensayes a Juan Rodríguez de Rodas, quien lo había acompañado desde España
en su visita, las piezas que mandó acuñar Rodas quedaron febles no se sabe con
certeza si por un imprevisto en la labor o por algún error de cálculo, por lo
que estos nuevos pesos de a ocho quedaron valiendo siete reales y medio y para
diferenciarlos de las rochunas se los denominó rodases.[36]
Moneda de 8 Reales (1651) Ensayador Rodas[37]
La reforma en la moneda potosina
Nestares Marín informó al Consejo de Indias
el 28 de febrero de 1650 sobre las anomalías producidas en la ceca, por lo que
al enterarse el rey, recomendó mediante Real Cédula del 1° de octubre de
1650, recoger toda la moneda macuquina labrada con anterioridad a esa fecha y a
la fabricada después se la reemplazo posteriormente con una impronta diferente
(Real Cédula del 17 de febrero de 1651). Esta moneda ostentaba en una de sus
caras las columnas de Hércules con la divisa del “PLUS ULTRA”. Las órdenes señalaban que
el año de acuñación, el signo de la casa y la inicial del Ensayador debían
ponerse con gran distinción y claridad. Además se instruyó que los reales de a
8 acuñados con anterioridad al año 1644, se les fije un valor de 6, a los de 4
de 3, debiendo los reales de a 2 y los sencillos que corrieran con los valores
marcados.[38]
El 22 de
diciembre de 1650 Felipe IV emitió otra Real Cédula mediante la cual otorgaba
libertad al virrey Marqués de Mancera para definir de qué forma se devaluaría
la moneda potosina, al mismo tiempo que ordenaba mejorar la ley de las nuevas
monedas y cambiar el diseño de los cuños.[39]
La Pragmática emitida el 6 de mayo de 1651
había dictado las “Ordenanzas que han de guardar los Ensayadores del Perú”,
además de establecer penas si la autoridad encontrase monedas fuera de ley, una
vez que el virrey Salvatierra recibió en Lima estas órdenes en enero de 1652,
proclamó que las monedas de antiguo cuño solo circularían durante ocho meses
más, tan pronto como se conoció el alcance de la Pragmática los precios se
elevaron desmesuradamente, por lo que el Cabildo se vio forzado a aplicar una
tasa de abastos el 14 de febrero del mismo año.[40]
Nestares Marín a fin de mejorar las
relaciones con los azogueros suspendió un viejo impuesto: el cobos[41],
que constituía un 1,5% cargado al quinto real, esto causó un enfrentamiento con
el virrey Salvatierra quien consideró esta acción como una extorsión.[42]
Rivalidades étnicas entre españoles
Al analizar con más detalle el fraude de la
Casa de Moneda de Potosí aparece como un
componente adicional, un conflicto étnico[43]
entre una facción de extremeños, andaluces y manchegos que buscaba desplazar a
los vascos, vinculando a Gómez de la Rocha, al corregidor y a varios jueces de
la audiencia con la primera facción y a Nestares Marín, junto al presidente de
la audiencia, Lizarrazu con la segunda. El inquisidor también levantó sospechas
por tener preferencias “nacionalistas” ubicando en puestos clave a sus criados. [44]
El problema de la corrupción colonial
Si bien existe un profundo debate entre la
comunidad académica respecto al término corrupción para la edad moderna
temprana, el historiador Lane entre las diferentes definiciones dadas por
varios autores remite para el caso analizado a la definición de Jean Claude
Waquet, quien proclama que “hablar de corrupción es primero principalmente
hablar de dinero, ya que el dinero, el dinero del rey es lo que está en juego
en el caso de la Casa de Moneda de Potosí”. Esto era un robo que debía
pagarse con dinero y con sangre. Lo que era bueno para la colonia era malo para
el rey, otros historiadores como Arzans acuerdan con esta postura considerando
que Nestares Marín servía al “juicio secreto de Dios”, estando lejos de ser un
juez honrado que servía al rey Felipe IV.[45]
Repercusiones en las colonias de América y en el
comercio mundial
Desde España se emitieron Reales Cédulas a
todos los gobernadores del reino informándoles sobre la mala moneda y las
medidas tomadas al respecto, esto provocó quejas en todas partes: en el Cusco,
Buenos Aires, La Paz, Arica, Quito, Oruro, Santa Fe de Bogotá, Callao, Panamá,
Carranzas, Trujillo, Puno, Santiago de Chile y Caracas entre otras ciudades.[46] Al
vencer el plazo estipulado de ocho meses para el retiro de las malas monedas se
afectó a quienes vivían alejados de las ciudades como por ejemplo los indios,
por lo que a fines de 1653 el virrey debió contemplar una solicitud de los
curacas y los cobradores de tributo, quienes solo habían recibido monedas
anteriores a 1648, otro problema se suscitó cuando aparecieron algunas rochunas
con el sello que debían llevar las rodases, creando una exhaustiva
revisión de cada pieza y trámites engorrosos para determinar su origen.[47]
Las
monedas potosinas faltas de ley continuaron generando problemas en España,
donde podemos destacar numerosas detecciones en Córdoba, Aragón y Valencia, a
mediados de 1651 se produjo un brote de peste en varias regiones de la
península y el Corregidor de Jerez de la Frontera propuso que se aceptase el
pago de impuestos con la moneda indiana en vez de aguardar por su fundición,
acordando para esta transacción tomar los Reales de a ocho a seis. Para hacerse
efectiva la fundición de dichas monedas debió esperarse algunos meses más ya
que las monedas falsas se encontraban diseminadas por todo el Reino; en otras
regiones de Europa también hubo inconvenientes, así lo atestiguan informes del
embajador español en Génova, generando el desprestigio de la moneda española en
los mercados externos. Se estima que el fraude se situó en una cifra cercana a
los 10 millones de pesos.[48]
También produjo
inconvenientes la plata enviada desde Buenos Aires y Portobelo, puertos desde
donde el metal partía de un modo generalmente ilegal hacia diferentes partes
del globo: Amberes, Ámsterdam, El Cairo, Esmirna, Génova, Goa, Lisboa, Londres,
Madrás, Ormuz y París entre otros muchos destinos eran los receptores de las
monedas potosinas, por lo que todas estas plazas resultaron en menor o mayor
medida afectadas por el fraude monetario.[49]
Repercusiones en
Buenos Aires
El
gobernador de Buenos Aires, Jacinto de Lariz realizó una maniobra dolosa
ocultando durante cinco meses la orden recibida por el virrey Salvatierra en
marzo de 1652 por la que se mandaba fundir las rochunas y contramarcar las rodases,
conforme a lo dispuesto por la Real Pragmática que ordenaba la “retirada de la
moneda en circulación y resello de la que se estaba labrando”. Aprovechó ese
tiempo para cambiar las monedas de baja ley que poseía por las de buena ley que
se encontraban en las cajas reales beneficiándose en varios miles de pesos, además de efectuar numerosos pagos con las
piezas de bajo valor.[50] Luego de realizada la
maniobra se reunió con los oficiales dando a conocer oficialmente la noticia y
disponiendo al mismo tiempo de la fabricación del punzón de la coronilla para
resellar la moneda posterior a 1649 y construir una callana para fundir la
antigua.[51]
Además el gobernador fue participe en
maniobras de contrabando con el Brasil, por lo que se procedió a su destitución
y se le inició el juicio de Residencia, le fueron embargados sus bienes y fue
enviado a Lima y posteriormente a España donde se le aplicó una pena de 10 años
de destierro de la capital y perpetua de Indias, perdiendo todos sus bienes
confiscados.[52]
A continuación se mencionan unos pasajes
del juicio de residencia a De Láriz:[53]
13- No haber obedecido las Reales Cédulas
y Leyes. Haber ocultado una disposición sobre la rebaja de la moneda. Los que
supieron de ello se favorecieron “sin poderlo remediar los acreedores”.
Maniobra: Junto a Cristóbal Guerrero para
que este pagase a las Reales cajas por una almoneda de esclavos “en mala
moneda (...) y que al susodicho se la hicieran en Potosí a los ocho meses en la
moneda que corriese, que ya corría la buena” Con un fraude de 6.000 pesos.
Ya se menciona la palabra patacones.
“quedando la Hacienda de su majestad con la rebaja y el susodicho con la
plata y patacones en su entero valor”. Condena: restituir todo, incluso las
transacciones de esa fecha: 1/6 al 7/7 de 1652. 23.960 en reales de a dos en
plata. Son los daños generales.
15- Se alteró la fecha de esa disposición,
“para tener más tiempo para los fraudes” 3.000 pesos.
16- Cuando se hizo resellar la moneda del
año 1649 “para que cada patacón valiese 7,5 reales” el acusado reselló
más, en su propio beneficio. Esto no está probado.
25- Por quedarse con 2 reales de cada peso
con la maniobra de la devaluación. “haber metido en la real Caja cantidad de
plata teniendo oculta la Prematica de la moneda siendo plata de la mala para
pagar los efectos que en ella se debían y para suplir la congrua del Obispo y
paga de los soldados (...) tomando capa para quitar lo ajeno”. Se le ordena devolver la
diferencia y resarcir a los damnificados.
[1] Lane, K.; Corrupción y
Dominación Colonial: “El Gran Fraude a la Casa de la Moneda de Potosí en 1649”,
en Boletín del Instituto de Historia
Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera serie, Nº 42,Buenos
Aires, 2015, pp. 107-109.
[2] Beltrán Gómez, S.; “La
falsificación en Potosí”, S/D en http://www.bolivian.com/cnm/falsific.html
(18/07/2016).
[3] Lane, K.; Op.cit, pp. 107-109.
[4] Archives Portal Europe en https://www.archivesportaleurope.net/ead-display/-/ead/pl/aicode/ES-41091-AGI10/type/fa/id/ES-AGI-41091-UD-1859526/unitid/ES-AGI-41091-UD-1859526+-+ES-AGI-41091-UD-5012921 S/D, (24/07/2016)
[5] Lane, K.; Op.cit, pp 110-111.
[6] Ibídem, p.111.
[7] D’ argent Chamot, E.;
“La Ceca de Potosí y la circulación de monedas de plata falsificadas en el
Virreinato Peruano (Siglos XVI-XVII)”, en Diálogo
Andino, Nº 38, Universidad de Tarapacá, Arica, 2011, p. 75.
[8] Redondo, J.; “En las
entrañas de las minas de Potosí, la puerta del infierno”(31/03/2014), en http://www.elrincondesele.com/en-las-entranas-de-las-minas-de-potosi-bolivia-la-puerta-del-infierno/
(24/07/16)
[9] Lane, K.; Op.cit, pp 96-99.
[10] Ibídem,
pp.99-100
[12] D’ argent
Chamot, E.; Op.cit. pp.75-76.
[13] Torrey Mc. Lean, A.;
“Un tallador disléxico en Potosí”, en Cuadernos
de Numismática y Ciencias Históricas,
tomo XIX, Nª 85, Buenos Aires, 1992, pp. 1-9.
[14]. D’ argent
Chamot, E.; Op.cit. pp.75-76.
[15] Lane, K., Op.cit, pp.104-105.
[16] Ibídem.
[17] Lane, K., Op.cit pp.105-106.
[18]. D’ argent
Chamot, E.; Op.cit. pp.75-76.
[19] Jovel, F y Jovel, R.;
“Los efectos del gran escándalo de Potosí en España”, en Cuadernos de Numismática y Ciencias
Históricas, tomo XXVIII, Nº 117, Buenos Aires, 2004, pp.17-18.
[20] Lane, K., Op.cit, pp.94-95.
[21] Dícese de la aleación
de metales faltos de peso o de ley.
[22] Beltrán Gómez, S.; Op.cit.
[23] Ibídem.
[24] Ibídem.
[25] Beltrán Gómez, S.; Op.cit.
[26] Jovel, F y Jovel, R, Op.cit. p.19.
[28] Jovel, F y Jovel, R, Op.cit. p.19..
[29] D’ argent
Chamot, E.; Op.cit. p.77.
[30] Lane, K., Op.cit, p.112.
[31] Terán Erquicia, V.; “Potosí: la Plaza del
Regocijo”, en El Telégrafo del Centro
Nº 61, Buenos Aires, 2014, p.8.
[32] Ibídem.
[33] D’ argent
Chamot, E.; Op.cit. p.77.
[34]Ibídem..
[35] D’ argent
Chamot, E.; Op.cit,. pp.76-77.
[36] Según D’argent Chamot
hasta hace pocas décadas se denominaba Rodases en Bolivia a las malas monedas.
[38] Beltrán
Gómez, S, Op.cit.
[39] Jovel, F y Jovel, R, Op.cit. p.21
[40] D’ argent
Chamot, E.; Op.cit, pp.79-80.
[41] Su nombre proviene del
secretario de Carlos V, Francisco de los Cobos, Lane, p.116.
[42] Lane, K., Op.cit, p.116.
[43] Véase detalles adicionales en la p.6 de este
trabajo.
[44] Lane, K., Op.cit, p.116.
[45] Ibídem,
pp. 126-127.
[46] Rossi, A.; “Las
contramarcas devaluatorias”, en Folios
Numismáticos Nº 78, Santa Fe, 2014, pp. 21-22.
[47]. D’ argent
Chamot, E.; Op.cit. pp. 80-81.
[48] Jovel, F y Jovel, R, Op.cit, p.22.
[49] Lane, K., Op.cit, pp.96-97.
[50] Rossi, A.; Op.cit, p.35.
[51] Acuerdos del Extinguido Cabildo de Buenos
Aires, Tomo X, Libro VI, pp. 294-295, Buenos Aires, 1912.
[52] Rossi, A.; Op.cit, p.35.
[53] AGI Escribanía 1190.
Sentencias del Consejo Láriz. 4 sentencias. 1659.
BIBLIOGRAFÍA:
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FUENTES
UTILIZADAS:
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Cabildo de Buenos Aires, Tomo X, Libro VI, pp.
294-295, Buenos Aires, 1912.
AGI Escribanía 1190. Sentencias del
Consejo. Láriz, 4 sentencias. 1659.
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