Proyecto para billetes de polimero en Argentina

En Argentina un proyecto de ley busca bajar los altos índices de falsificación de su papel moneda y ahorrar más en la emisión. Señalan que es más "amigable" con el medio ambiente. Utilizan el polipropileno desde 1992 para reemplazar a los billetes a base de fibra de algodón. El proceso se revela mucho más amigable con el medio ambiente ya que mientras el plástico es reutilizable, el algodón necesita de agroquímicos.

Las razones hay que buscarlas en el crecimiento económico (ahora desacelerándose) y la inflación: ambas traccionan la emisión. Y, por supuesto, en la negativa del Banco Central a incorporar billetes de $ 200 y $ 500. En la Argentina, cuyo billete de alta denominación es, desde hace años, de $ 100, la utilización intensiva de los mismos los ha llevado a un deterioro permanente que obliga a la reimpresión periódica. En muchos casos, bajo un contexto inflacionario, la llamada “velocidad de rotación del dinero”, un concepto que habla de la “defensa” que implica desprenderse rápido de la moneda a causa de la pérdida de valor también influye, máxime teniendo presente que el 40% de la economía local es informal, es decir que se maneja básicamente con billetes.

Actualmente, cada peso cambia de manos un promedio de 15 veces en un año, según estimaciones de mercado, que va un camino ascendente respecto de los últimos cinco, cuando el promedio de circulación de dinero se ubicaba entre 8 y 9 veces. Son cifras pequeñas, si se las compara con los picos inflacionarios de los años 80.

Los billetes que circulan en la economía están hechos de fibra de algodón, un material que aún encuentra fuerte aceptación en varios países, principalmente Estados Unidos y Europa. De todas formas, un proyecto de ley que acaba de ingresar en el Congreso y que está firmado por la diputada del Movimiento Popular Neuquino, Olga Guzmán, propone la emisión de billetes de polipropileno con orientación biaxial (plástico) en reemplazo del papel.

La propuesta de Guzmán tiene su argumentación. Por un lado, los billetes de polipropileno constituyen una tendencia que registró un gran éxito en diversos países del mundo, sustentada principalmente en la seguridad y protección que brinda contra posibles falsificaciones. “En Australia, que fue el primer Estado en el mundo en implementar la fabricación de billetes de sustrato de polímero en el año 1992, se detectaron sólo seis falsificaciones por año por cada millón de billetes en circulación”, señaló Guzmán.

Otra de las ventajas es que los gastos de impresión, reimpresión que realiza el Banco Central junto a la Casa de la Moneda y otras plantas podrían insumirle un menor gasto de emisión al Estado derivado de la mayor durabilidad de los billetes.

“Con el desarrollo de billetes de polipropileno aumentó la eficiencia en la emisión de papel moneda, producto de la mayor durabilidad de éstos en comparación a los tradicionales ya que los primeros duran hasta cuatro veces más que estos últimos”, dijo.

Según la legisladora, la puesta en práctica en muchos países de esta iniciativa, también se reveló “profundamente positiva” en materia de cuidado del medio ambiente. “A la eficiencia productiva derivada de una disminución en la regularidad de la impresión de billetes, se suma el hecho de que los mismos sean totalmente reciclables, pasibles de ser transformados en otros productos plásticos mediante procesos especiales mientras que los tradicionales billetes de papel están hechos a base de algodón, y que el cultivo de esta fibra requiere en gran medida de la utilización de recursos tales como fertilizantes, pesticidas, herbicidas” que provocan distintos niveles de polución.

En la actualidad, Australia, Brasil, Brunei, Costa Rica, Chile, Indonesia, Malasia, México, entre otros, han adoptado este sistema.

Fuente:corrienteshoy.com

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