Museo numismático de Colombia

“Una tremenda idea, ignorante y generalizada, es la que muchos tienen: que nuestra historia comienza en 1492”. Con esas palabras Angelina Araújo, directora de la Casa de Moneda, reclama la falta de documentación y el desinterés histórico de los colombianos.

Como atenuante a ese problema, ella, Jorge Becerra, Ignacio Henao y Andrés Langebaek establecieron un novedoso recuento histórico de la economía del país a través de la Colección Numismática, con sede en la Casa de la Moneda.

En esta exposición se puede conocer, por ejemplo, cuál fue la organización económica de los indígenas antes de la colonización, cuál era su modus vivendi y cuáles las principales actividades que desarrollaban.

Asimismo, los visitantes pueden enterarse de curiosidades encontradas en registros y crónicas de la época. Por ejemplo, cuenta Araújo que muchos desconocen la importancia de la sal en aquellos tiempos. “Era tan o más importante que el oro —que tenía un uso sagrado—, por eso los nativos desarrollaban rutas y trataban de encontrar sal decantada en ríos y pozos, lo que les servía básicamente para mantenerse vivos”.

También se puede apreciar, por medio de mapas y cuadros didácticos, cómo en lugar de una economía formal, que fue establecida posteriormente por los españoles, los indígenas contaban con un mecanismo de intercambio: el trueque, el mayor facilitador del comercio en aquel entonces.
“Al enterarnos de las distintas maneras de producción y comercialización indígenas, nos damos cuenta de que no sólo lo europeo era interesante; nosotros teníamos lo mismo, pero de otras formas”, dice la historiadora.

Por eso la sala uno de la casa está dedicada a la vida precolombina y la sala dos presenta un paralelo social, económico y político, entre España y Colombia en aquella época. “Es importante entender nuestra cultura para reconocernos. La Casa de Moneda trata de exponer qué somos, ese es nuestro principal objetivo”.

Pero no siempre fue así. En un principio, la Casa de la Moneda, que se construyó en 1621 por orden de Felipe III, estuvo dedicada a acuñar oro y plata. Allí, el encargado de la Corona, el ingeniero militar Alonso Trujillo de Yebra, mandaba a derretir los metales para amoldar las monedas que más adelante eran enviadas a España.

La casa, ubicada en una de las primeras edificaciones de Santafé, en la calle 11 y la carrera quinta, estaba provista de hornos para fundir y afilar. Desde allí, en donde todavía funciona, se acuñaron de manera rudimentaria, a mano y martillo, las primeras monedas de oro de toda América.
Dos siglos después, la industria desarrolló nuevos métodos para la fabricación de las monedas, por lo que el rey de la época, Fernando VI, ordenó la ampliación del edificio. El propósito era adecuar los espacios para instalar un molino de laminación movido por mulas, en el primer piso de la casa. Así se prescindió de la fuerza del hombre.

Desde entonces la construcción colonial no ha sufrido muchos cambios. En el centro ostenta un solar grande, rodeado por balcones y largos pasillos de madera. A pesar de la pérdida del ingenio de laminación y de unos cuartos quemados a raíz de un incendio aledaño, desde hace cuatrocientos años permanece en “perfecto estado de conservación”.
En 1975, la casa, con sede en La Candelaria, fue declarada monumento nacional y con el tiempo, en 1987, delegó la función de acuñar monedas a la Fábrica de Moneda de Ibagué.

El 20 de julio de 1961 se creó en la casa el primer Museo Numismático. Su propósito era divulgar la historia de la moneda colombiana desde la colonia hasta el período republicano, pero dada su caducidad, en 1996 el museo se renovó con la Colección Numismática que hoy permanece abierta al público.

Sus diez salas de exposición permanente y una de exposiciones temporales recorren, en estricto orden cronológico, la historia de Colombia. Las máquinas, cuadros explicativos y didácticos, medallas, títulos valores y una amplia colección de monedas y billetes dan cuenta del esfuerzo de sus organizadores por la ilustración histórica.

Además, como lo explica su directora, el propósito es enriquecer la casa con importantes adquisiciones y aumentar la colección conformada hasta ahora por 1.700 piezas. Todo para continuar con la tarea de seguir educando a los miles de visitantes que, entre extranjeros, estudiantes y curiosos, recorren a diario las paredes de tapia y la madera gastada de esta reliquia histórica.
Fuente:elespectador.com
Por:Isabella Portillo

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