Historia de la Moneda Argentina

El 5 de noviembre de 1881 se dictó la Ley 1.130 que creó la moneda nacional unificada: el peso moneda nacional. Hasta esa fecha en nuestro territorio existió un verdadero caos monetario. Circulaban toda clase de monedas de oro y plata, de distinto valor, inclusive extranjeras como el peso boliviano en el Norte, y diferentes papeles-moneda emitidos por las provincias, por el Banco Nacional y por entidades privadas. Como antecedente directo estaba la ley de 1875, promovida por el presidente Avellaneda, que creó una unidad monetaria en oro llamada “peso fuerte” y que no pudo concretarse por falta de metálico.

Primeros pasos
Es bueno conocer algunos antecedentes monetarios. El primer billete en territorio nacional empezó a circular el 1º de mayo de 1823 emitido por el Banco de Descuentos o Banco de Buenos Aires, fundado el año anterior con capitales de origen inglés y que garantizaba con su capital la convertibilidad fija con el oro; fue utilizado para diversos negocios de los mismos socios hasta que el aumento de las importaciones produjo una salida de oro y la imposibilidad de cumplir sus obligaciones; en 1826 se convirtió en el llamado “Banco Nacional” y el Estado provincial tuvo que garantizar las emisiones realizadas, suspendiéndose la convertibilidad. En 1836 el banco pasó a ser la Casa de la Moneda hasta 1854, en que con esa base se creó el Banco de la Provincia de Buenos Aires, de capital estatal. En 1867 el gobierno de Buenos Aires encargó a la Oficina de Cambio del Banco de la Provincia la emisión de una moneda de papel convertible en oro, con  el monopolio para hacerlo en todo el territorio provincial; para financiarla contrató cinco  empréstitos externos cotizados en libras esterlinas.  Luego de la unidad nacional se había acordado que la moneda emitida por Buenos Aires fuera aceptada por todas las aduanas de todo el país, lo que le daba –hasta cierto punto- el carácter de curso legal nacional; este beneficio por el señoreaje que quedaba en poder de la Provincia le generó un conflicto latente con Nación. Esta convertibilidad duró poco: en 1873 la moneda provincial sufrió una corrida bancaria que obligó a suspenderla.
En 1872, con el fin de competir con el poder monetario de Buenos Aires, el presidente Sarmiento creó el Banco Nacional, mixto, autorizado a emitir moneda de curso legal en todo el territorio nacional. Pero en 1876 el gobierno nacional estaba al borde de la cesación de pagos, lo que fue evitado mediante un préstamo del Banco Provincia de Buenos Aires a cambio de impedir que el reciente Banco Nacional emitiera dinero mientras persistiera la deuda. En 1881 el presidente Roca logró un acuerdo para cambiar la deuda con el Banco Provincia por bonos de deuda pública interna, con lo que liberó al Banco Nacional de la prohibición de emisión y, en consecuencia, fue posible aprobar la Ley 1.130.

Patrón bimetálico
La nueva ley  estableció un patrón bimetálico: el oro y la plata. El patrón oro era el usado en el comercio internacional y fue el que defendía Buenos Aires, mientras que el patrón plata fue una concesión a las provincias del interior, donde la plata era habitual. Se prohibió la circulación de monedas extranjeras y se previó la emisión de monedas de oro, de plata y de moneda de papel. Eran, respectivamente, el peso argentino (8,05 gramos de oro), el patacón (25 gramos de plata) y el peso moneda nacional. Estaban autorizados a emitir el Banco Nacional y los bancos de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Tucumán. Esta etapa de convertibilidad del peso moneda nacional duró hasta 1885, fecha en que, por escasez de metálico, se declaró la inconvertibilidad.   
En 1887 una ley, conocida como de los Bancos Garantidos, autorizó a cualquier banco a emitir dinero nacional siempre que depositaran una garantía en oro en las arcas del Estado nacional, quien les daba a cambio bonos de la deuda nacional que le servían de respaldo a la emisión monetaria. Esto hizo posible que la circulación monetaria creciera el 250%, con un paralelo aumento de los precios internos. Todo terminó con la profunda crisis económica de 1890.
En 1899, estabilizado el modelo de crecimiento hacia afuera, se dictó la ley que puso en funcionamiento a la Caja de Conversión. La nueva convertibilidad duró hasta la Primera Guerra Mundial, en que fue suspendida. Con Alvear en 1927 se volvió a la Caja de Conversión hasta 1929, fecha en que Yrigoyen, ante la fuga de capitales, declaró la inconvertibilidad definitiva.  
En 1935 se creó el Banco Central, como único emisor de dinero, debiendo mantener una reserva suficiente para garantizar su valor (el 25% en oro y reservas, según la ley); además, su función era regular el sistema bancario y actuar como agente financiero del gobierno.

Los sucesivos pesos
El peso moneda nacional vivió hasta el 31 de diciembre de 1969, alcanzando a cumplir 88 años, que no es mucho frente a la longevidad de otras monedas pero que, ante la inestabilidad de nuestras instituciones es –lo mismo que para los humanos- una edad respetable. Lo sucedió el peso Ley 18.188, que le quitó dos ceros al anterior. Hay que recordar que fue el año del Cordobazo y de la oposición generalizada a la dictadura; quizá por esta razón, en una especie de oposición tácita, la gente no aceptó la nueva moneda sino que siguió pensando y hablando en términos de moneda nacional, pero con un cambio de nombre: los mil pesos era una “luca” y un millón era un “palito”; al principio siguieron circulando los billetes moneda nacional por lo que la confusión era enorme: así, en un negocio uno preguntaba un precio y el vendedor le respondía, por ejemplo, quince lucas, en la factura figuraba $ley 150 y pagaba con billetes que en total tenían escrito 15.000. En aquel tiempo en nuestra región había muchos extranjeros por la construcción del complejo Chocón-Cerros Colorados y por la explotación petrolífera en la zona de Catriel. Era muy difícil hacerles entender el exótico sistema monetario argentino vigente en ese momento.
El peso Ley duró poco: el 1º de junio de 1983 lo reemplazó el peso argentino, que le sacó cuatro ceros y que duró muchísimo menos. El 15 de junio de 1985 lo reemplazó el austral, que le quitó tres ceros. Y el 1 de enero de 1992 apareció el peso, con 4 ceros menos que el austral. Así, la historia de la moneda se convirtió en la historia de nuestra inflación: un peso actual es igual a 10.000 australes, ó 10.000.000 de pesos argentinos, ó 100.000.000.000 de pesos Ley 18.188 ó 10.000.000.000.000 (diez billones) de pesos moneda nacional. 
A veces, uno se lamenta de que haya habido tantos cambios de moneda; sin ellos las cosas serían más complicadas, casi imposibles de manejar, pero tendrían su ventaja: hasta el más pobre de los pobres nuestros, si se hubiera dejado el peso moneda nacional, hoy sería multimillonario.


Autor:Humberto Zambon


Fuente:.lmneuquen.com.ar

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