Niños y niñas coleccionistas


El 9 de Agosto del 2010 es una fecha muy especial para mí, ese día nació mi hija Mónica, por lo mismo hay una nuevo tipo literatura de mi interés; los libros y revistas de padres. En una de estas revistas titulada Padres e hijos encontré un artículo escrito por el Psicólogo Luciano Montero sobre los niños y las colecciones.
Locos por coleccionar
Monedas, botones, canicas, sellos, llaveros, pines, conchitas de mar, postales, estampas, personajes o animales de pastico, álbumes de futbolistas o de figuras de comics…. La fiebre del coleccionismo acaba de empezar. No alcanzara su apogeo hasta los ocho o nueve años, pero en realidad ya desde los dos años les encanta acumular las cosas más diversas, muchas veces con criterios peregrinos y poco higiénicos, para consternación de papá y mamá. Se ha calculado que el 90% de los niños entre 6 y 12 años gusta de las colecciones.
Los niños almacenan cosas diferentes para afirmar su identidad y satisfacer sus ansias de posesión, ya que no tienen pertenencias como las nuestras. Crean un pequeño universo propio sobre el que ejercen control. Y los psicoanalistas hace tiempo que dieron su curiosa explicación: el esfuerzo y entrenamiento que supone para los niños lograr el control del esfínteres deja tendencia a acumular y a retener.
A medida que las colecciones de los pequeños se hagan más sistemáticas y elaboradas se convertirán en una ocasión para relacionarse más con sus compañeros y amigos. Las colecciones funcionaran a veces como una especie de “membrecía” ya que compartir el gusto por lo mismo, es una manera de vincularse con otros niños.
Hacer colecciones es una actividad que se adecua muy bien a la etapa de desarrollo intelectual que los niños inician a esta edad. Coleccionar significa clasificar y ordenar, y esas son precisamente las dos habilidades mentales que los pequeños tienen que ejercitar ahora, ya que son las bases de pensamiento operativo lógico.
El pensamiento abstracto no llegara hasta la adolescencia, pero antes en necesario cubrir esta etapa fundamental en la evolución de la inteligencia, cuando el lógico tiene que operar sobre cosas tangibles, es decir, objetos que el niño puede ver, tocar y manipular con sus manos.
Además las colecciones suponen un valiosísimo ejercicio de atención y concentración y una atractiva ventana hacia diferentes campos del conocimiento: animales, plantas, continentes, razas y demás categorías.
A esta edad algunos niños reciben de los familiares regalos en forma de pequeñas cantidades de dinero. Lógicamente esos “bienes” son administrados por los padres, peros se le puede enseñar a gastar una parte de esos ingresos en sus colecciones (estampas, muñecos…). Así se dan cuenta de que las cosas tienen un valor económico, aprenden a ahorrar e invertís su dinero, y hasta practicar sus habilidades de sumar y restar.
Solo hay que empezar a preocuparse si el pequeño guarda una cantidad desmesurada de cosas, si la calidad de lo que guarda es sospechosa (alimento deteriorados por ejemplo) o si no puede separase ni un momento de sus tesoros. Si el niño o la niña se pone exageradamente ansioso cuando no consigue la pieza anhelada, podemos estar ante una personalidad con rasgos obsesivos.
Los padres pueden favorecer ese impulso coleccionista de los niños, si tienen en cuenta todas sus cualidades educativas o simplemente placenteras. Es bueno apoyarlos, pero deben dejarle el protagonismo a sus pequeños y no sustituirles a la hora de organizar sus álbumes. También pueden estimularlos a cuidar sus colecciones, pero no debe sorprenderles que sean abandonadas a medio completar. El destino de la mayoría de las colecciones infantiles es ser abandonada tarde o temprano.

Fuente: Editorial Televisa

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